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En esta posición, el hombre no sólo puede acariciar a su amante con el sexo oral, sino que parece verla a través de ella y este vínculo invisible no hace sino reforzar su excitación y obtener placer del proceso. La mujer se tumba de espaldas y adopta la posición de abedul mientras la pareja masculina se sienta de puntillas para que la cabeza de su elegida quede entre sus rodillas. Entonces la mujer inclina completamente las piernas hacia delante para que queden sobre las rodillas del hombre, y los pies para que queden detrás de él, con las manos se acaricia el pecho. La pareja masculina pone sus manos en la espalda de la mujer y la mantiene en esta posición, con su boca le acaricia la entrepierna.
Santo Jesús y todo lo que es santo….. esto, señoras, es la materia de la que están hechos los sueños.
¿Has experimentado esto alguna vez? Si es así, ¿qué se siente exactamente?
Así